Siempre vuelvo a mi isla.



Soy un cobarde, cuanto más he buscado la perfección en mí más me he alejado de los sentimientos. Soy una maquina que se prohíbe sentir y es que creo que es lo único a lo que tengo miedo. ¿Mi escusa? que busco ser feliz. Pero al final "felicidad" es un termino complejo al que cada uno vuelca su propia definición en dependencia de sus intereses. Siempre he estado equivocado, y para un Géminis reconocer que se equivoca es duro.

Hoy es 18 y como cada dieciocho espero que esa situación marcada por el destino se dé, hace mucho que espero a que ese algo que me libera venga a por mi (y se que solo si yo lo busco vendrá). Hoy me siento más viejo y fatigado que nunca, a pesar de mis miles de años sigo creyendo en cosas que no existen como la capacidad de luchar del ser humano, como en la capacidad de decidir de cada uno.
Y en lo más profundo de mi ignorancia cuando me siento perdido vuelvo a mi isla, esa isla que construí para refugiarme, aquella que guarda diamantes en su interior, aquella en la que tantas veces he jugado junto a sus orillas de arena fina y aguas cristalinas. Esa isla que tiene tantas canciones escritas, esa isla que guarda mi mayor secreto.

Hoy quiero que paren la vida, que de aquí me quiero bajar, que nadie me dijo que esto era necesario. Esta vez no tengo nada que aprender de lo acontecido, esta vez siento que no hay una causa solemne por la que blandir el alma. Lo único que me queda es seguir esperando ese momento, recordarme que en unas semanas estaré tirado en cualquier otra estación sin querer ver a que hora sale el siguiente tren.

"Tan frió y a la vez tan cálido" decía el reloj sobre mi mano, la razón ha perdido los motivos del corazón y me niego a ser producto de consumo en una sociedad contaminada... pero a la vez soy tan de consumo. El propio pensamiento de que "esto lo viviré una y mil veces" es ya una aceptación de mi predisposición a ser un pasajero, un tren, un viajero que saca su pañuelo blanco en una estación cualquiera cuando el tren va a zarpar.

Cada día me repito que quiero abandonar, que quiero desaparecer, pero me da miedo volver a comenzar otro libro, a que la historia no me guste o a que la biblioteca se incendie. Son ya demasiados personajes de ficción, todo va tan rápido... y yo me encapricho tan lento. No quiero volver a comer los mismos cacahuetes, no quiero el olor a Keratina en su pelo, no quiero buscar unos guantes, no quiero abrir el frigorifico y recordar a aquella niña en las escaleras de un edificio cualquiera esperando un "te quiero" de un profesor novato. Estoy cansado de que Peter Pan me diga cuando crecer, de que el arte me llame a todas horas, de mi memoria selectiva y del olvido de las personas. Estoy cansado, agotado, perezoso, de abrir mi interior y que todos saquen sus maletas. No quiero que Mery abandone mi casa, que Alicia busque unos guantes en medio de la locura, que dos simios se despidan en un Vis a Vis, que de la noche a la mañana la promesa de una sonrisa se marchite entre lagrimas. Que este gusano hace ya que es mariposa.

Siempre peco de insensible (de cara al publico) y tras las cortinas golpeo el muro hasta sacar mis lagrimas rojas. No quiero volver a guardar en un baúl recuerdos, no quiero mentirme cada mañana al despertar, no quiero volver a comenzar, ni volver a despedirme. Detesto pensar que solo tendremos 15 minutos, que estará todo planificado, que al final por agotamiento querré lo que los demás quieren...
Por eso voy a hacer lo posible por seguir mi camino, por recordar cada día toda mi vida, por hacer que mirar hacia atras merezca la pena. Por que cuando digo que No, es que No.

"Que no me da la gana pasar media vida buscando esa droga que tal vez no exista" -                    Extremoduro.

Comentarios

  1. Es interesante, pero en reacciones falta algo más si lo que se pretende es sinceridad en la opinión que merece texto.

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  2. Veo que el trasfondo es la ambigüedad entre la finitud e infinidad de la vida. El agotamiento ante la posibilidad de una vida tras otra, que es la tendencia del autor, es evidente.

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